ago 03, 2022 | escrito por: People at Treedom
Cuando lo miras de cerca, te das cuenta de lo impresionante que es el Amazonas, como en este vídeo de 360°. Un océano verde aparentemente interminable con ríos serpenteantes que alberga todo tipo de vida. 390 millones de árboles viven en esta zona singular de América del Sur.
Uno pensaría que un ecosistema al borde del precipicio debería verse diferente. Pero las apariencias engañan. Echemos un vistazo al trasfondo.
Disminución de la resiliencia
Las investigaciones de las últimas décadas muestran claramente que más del 75 % de la selva tropical de la región amazónica está perdiendo resiliencia. ¿Y qué significa esto? La llamada «resiliencia», tal y como la describen los investigadores en un estudio recientemente publicado en nature.com, es la capacidad vital de un bosque para regenerarse tras influencias externas dañinas.
En resumidas cuentas.
La deforestación y la sequía prolongada han provocado que el Amazonas se esté acercando lentamente a un punto de no retorno tras el cual no será posible una regeneración completa.
Es posible que a estas alturas la deforestación y el cambio climático hayan reducido las selvas tropicales del Amazonas hasta un punto crítico, debido al aumento de la duración de la temporada seca y a la frecuencia de las sequías.
Los autores del estudio citan varios motivos para este desarrollo: el aumento de las temperaturas, los largos períodos de sequía y también las influencias humanas como la deforestación.
Se trata de un progreso dramático impulsado por las personas. El Amazonas no siempre ha sido un ecosistema vulnerable.
En los últimos 50 millones de años, el Amazonas, también conocido como «el pulmón del mundo», no ha sido precisamente un área amenazada, más bien todo lo contrario. Los propios árboles garantizaban la seguridad: cantidades enormes de agua evaporada crearon un bucle de lluvia interminable que causaba precipitaciones de forma periódica. El denso entramado vegetal evitaba que el suelo se secara con el sol. Ni las edades de hielo, los incendios forestales ni las mareas crecientes pudieron con el Amazonas.
Hasta que llegamos los humanos.
Impacto del hombre
Ha sido el calentamiento global provocado por el hombre junto con una deforestación de aproximadamente el 17 % de su superficie, lo que ha llevado al Amazonas a sus límites. La deforestación socava el ciclo natural del agua. Los árboles estresados por la sequía son más susceptibles a los incendios forestales. Se crea un círculo vicioso: cuantos más árboles mueren, menos llueve.
No hemos sabido reconocer a tiempo la importancia del Amazonas como un sistema global para todo el planeta, cuya estabilidad está limitada. Los árboles talados no se pueden recuperar y la reforestación es un proceso largo. Sin embargo, sigue habiendo áreas intactas que debemos proteger,
lo que nos lleva de vuelta al punto de no retorno.
Consecuencias drásticas
¿Qué pasará si llegamos al punto de no retorno en que el Amazonas colapsa como sistema?
Hay una respuesta a eso. En unas pocas décadas, más de la mitad de la selva tropical podría convertirse en una especie de sabana. Dicha transformación pondría en riesgo la biodiversidad e invalidaría los patrones climáticos regionales. Las consecuencias, sobre todo en relación con el cambio climático, serían catastróficas.
Y es que son precisamente los bosques primarios del mundo, como el Amazonas, que han permanecido más o menos inalterados hasta ahora, los que ralentizan el cambio climático, porque son los sumideros de carbono más importantes de la Tierra. Una liberación repentina de CO₂ almacenado haría que todos los objetivos climáticos que hemos establecido, como limitar el aumento de temperatura a 1,5 grados, fueran imposibles.
El destino del Amazonas es un reflejo del destino de nuestro planeta. La forma en que abordemos esta cuestión determinará nuestro futuro.
Tomemos la decisión correcta.
La reforestación es una forma de contrarrestar la degradación de los bosques de todo el mundo. Planta un árbol con Treedom.net y contribuye a crear más espacios verdes en la Tierra.
