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Diferencia entre aforestación, reforestación y deforestación: beneficios ambientales, sociales y económicos

Escrito por Elisa Lanza | 27-abr-2022 14:38:46

Hay muchas formas de definir la acción de plantar árboles, y en Treedom lo sabemos bien. Forestación, aforestación, reforestación, siembra, plantación... Desenredemos los términos técnicos y descubramos todos los matices de la gestión forestal sostenible.

Deforestación: entender el porqué para decidir el cómo

Antes de pasar al análisis de las formas de plantar nuevos árboles, debemos dar un paso atrás y hablar, por desgracia, de la deforestación. Un informe publicado en 2020 por el WWF, titulado «Frentes de deforestación: causas y respuestas en un mundo cambiante», identificó 24 frentes de deforestación situados en América Latina, el África subsahariana, el sudeste asiático y Oceanía. En estos lugares se perdieron más de 43 millones de hectáreas de bosque entre 2004 y 2017, una superficie aproximadamente del tamaño de Marruecos.

Según el estudio del WWF, la principal causa de la deforestación en estos lugares es la expansión de la agricultura comercial, tanto a gran como a pequeña escala. Le siguen las infraestructuras y la minería, pero también la urbanización y el desarrollo de carreteras. En definitiva, las causas son diversas y cambian según el país y su situación económica actual.

Por tanto, al crear un plan de reforestación, es importante preguntarse primero por qué se explotaron los recursos naturales desde un principio. Solo así es posible actuar de forma selectiva y obtener beneficios medioambientales, sociales y económicos sostenibles a largo plazo.

Gestión forestal, verde urbano y cultivos: mantener el equilibrio

Pasemos a la semántica: todas las acciones destinadas a mejorar o aumentar el patrimonio forestal de una zona entran en la definición de forestación.

Hay muchas formas de llevar a cabo la forestación, por lo que nos corresponde elegir el camino más adecuado en función de las condiciones en las que nos encontremos y de los resultados que queramos conseguir.

Ahora bien, tenemos que hacernos una sencilla pregunta: ¿dónde queremos plantar?

Según la definición de la ONU, hablamos de aforestación cuando se interviene en una zona que no ha sido bosque durante al menos 50 años, mientras que la reforestación se define como la intervención en un terreno que antes era bosque y al que se le ha dado otros usos en el pasado.

La distinción es sutil, pero implica un marco normativo y un tipo de gestión completamente diferentes; los pastos también desempeñan un papel importante en el mantenimiento de la biodiversidad, por lo que no siempre es buena idea forzar su conversión en bosque.

No obstante, también podemos plantar árboles en el entorno de una ciudad, en cuyo caso podemos hablar de forestación urbana. Esta práctica, ampliamente debatida en los últimos años, afecta tanto a los bosques situados en el borde de las zonas urbanas como a zonas más limitadas, como parques públicos, jardines privados y cualquier tipo de espacio verde, como avenidas arboladas, plazas, terraplenes y cementerios.

Los planes de forestación urbana son en sí mismos una gran palanca para conseguir beneficios medioambientales y sociales a escala local: mitigan el efecto de las islas de calor y reducen la contaminación atmosférica, además de crear nuevos espacios de agregación social.

Sin embargo, se trata de un ámbito gestionado mayoritariamente por las administraciones públicas sujeto a fuertes limitaciones burocráticas que, hasta hace poco, no se había enmarcado en una estrategia nacional coherente en Italia.

La gestión de los prados, los pastos y los cultivos es una cuestión aparte. El objetivo principal es permitir que los agricultores y ganaderos continúen con sus actividades de forma sostenible y evitar así que se talen los bosques para dejar paso a las tierras de cultivo y pastoreo.

Un ejemplo de práctica de gestión agrícola y pastoral sostenible es la agroforestación. Se trata de plantar, en la misma zona, árboles y arbustos de especies forestales y frutales asociadas a cultivos anuales y pastos.

El modelo Treedom

Desde hace más de diez años, Treedom ha decidido intervenir activamente, con la ayuda de toda su comunidad, en la lucha contra la deforestación.

¿Cómo?

Financiando proyectos agroforestales en aquellos países donde se encuentran los principales frentes de deforestación del mundo.

Al combinar los bosques y los árboles frutales con los cultivos y los pastos, proporcionamos una alternativa en términos de ingreso y sustento a las poblaciones rurales. Al mismo tiempo, al fomentar otros cultivos distintos de los anuales, reducimos la presión antropogénica sobre los bosques y evitamos la deforestación. Aumentamos la biodiversidad local, enriquecemos y consolidamos el suelo y, por último, contribuimos a la absorción del CO2.

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