Los bosques primarios: un tesoro que hay que proteger

mar 18, 2022 | escrito por:

Los bosques primarios son un ecosistema complejo y resiliente capaz de renovarse con el tiempo. Sin embargo, no pueden escapar a la destrucción y en los últimos años hemos perdido más de 80 millones de hectáreas de bosques primarios. Proteger los que quedan es una necesidad cada vez más acuciante.

Hace unos 400 millones de años, en el periodo Devónico, la tierra previamente desnuda y rocosa empezó a cubrirse de frondosos bosques, lo que desencadenó el desarrollo de la vida en la Tierra tal y como la conocemos hoy. Desde entonces, estos ecosistemas han ido evolucionando y han hallado el secreto de su resiliencia en la asociación con otros organismos.

Gracias a su relación simbiótica con los hongos, los árboles son capaces de crear verdaderas redes de suministro que les permiten aprovechar de forma extraordinaria los nutrientes del agua y del suelo. Las bacterias que colonizan el interior del tronco y las raíces aumentan la adaptabilidad de la planta, lo que hace que los árboles sean más resistentes al cambio climático y a las plagas.

Del mismo modo, a menudo son los propios hongos y bacterias los que provocan la muerte y la putrefacción de la planta cuando envejece. En definitiva, un ciclo perfecto que ha permitido que los bosques se conviertan en el ecosistema terrestre más biodiverso del planeta.

Sin embargo, en los últimos 30 años se han perdido más de 420 millones de hectáreas de bosques por la deforestación y más de 80 millones de hectáreas correspondían a antiguos bosques primarios. En caso de no haberse destruido por completo, sus preciosos mecanismos de regeneración natural se han alterado, lo que ha trastornado el equilibrio que antes los hacía tan resilientes.

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Entre las diversas causas de su desaparición y debilitamiento se encuentran las invasiones biológicas, a menudo provocadas por el transporte de patógenos introducidos a través del cultivo de especies exóticas. Esto se ve agravado por una mala gestión forestal, que sitúa la productividad como objetivo primordial a expensas de la diversidad específica y el equilibrio demográfico.

Todos estos elementos contribuyen a que estos ecosistemas sean mucho más frágiles y susceptibles a las perturbaciones externas.

En este contexto, a medida que la conservación de los bosques primarios adquiere mayor importancia, se abre un diálogo sobre la mejor manera de gestionar los recursos forestales de los que aún disponemos.

En primer lugar, resulta más urgente y necesario preservar los antiguos bosques naturales que aún existen y, no menos importante, los pueblos autóctonos que los han habitado durante décadas sin alterar su equilibrio. Al mismo tiempo, es fundamental encontrar un método de gestión de los recursos forestales que sea sostenible tanto para el crecimiento humano –la principal presión sobre los ecosistemas naturales–, como para la propia naturaleza.

Al igual que los organismos que habitan en los bosques se han adaptado a lo largo de millones de años a la coexistencia y la cooperación para el sustento mutuo, los seres humanos deben reintegrarse en este delicado mecanismo de forma constructiva.

FONTI
https://www.fao.org/
https://pubs.geoscienceworld.org/
https://www.nature.com
https://www.fao.org/

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