jul 19, 2022 | escrito por: Lara Zambonelli
Michela y Darin fueron a visitar su árbol de lima en Guatemala. Hablamos de manglares, socialismo y murales en una videollamada intercontinental: yo desde Italia y ellos desde Costa Rica. Le dan la vuelta al teléfono y me muestran dónde están: frente al Bosque Nuboso, un lugar de novela fantástica donde la humedad de la selva crea un fenómeno cinematográfico: una nubecita sobre la copa de cada árbol.
El Bosque Nuboso en Costa Rica
«Esta es la historia —dice Michela, sacudiendo los rizos rebeldes de sus ojos—En San Valentín me envió un ramo de flores a Liverpool, aunque ya llevaba semanas viajando a Centroamérica. En ese momento, me vi en un aprieto, pues no tenía ninguna idea para él», dice mientras ríe.
Unos días antes, me había topado con una historia de Instagram sobre Treedom y cómo se puede plantar un árbol y regalarlo a cualquier persona, en cualquier lugar. Me meto en la página y veo que también se puede plantar en Guatemala, que era uno de los lugares donde podía conseguirlo. Pienso: ¡perfecto! Planté un tilo y se lo regalé con una dedicatoria que decía «Sería bonito visitarlo juntos».
En Nuevo Horizonte
Treedom les puso en contacto con Guglielmo, el responsable del proyecto en Guatemala, que a los pocos días les escribió por Whatsapp: «¿cuándo venís?», como si fueran viejos amigos. Michela y Darin salieron de Flores, la capital del departamento de Petén, y en una hora de autobús llegaron a Nuevo Horizonte, la comunidad rural que planta árboles junto a Treedom en esta zona, con el apoyo de AMKA, una ONG italiana que coordina el trabajo de campo.
El mural a la entrada de Nuevo Horizonte
«Es una historia increíble», dice Darin. Esta comunidad nació en 1998, dos años después de la firma de los acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra civil. Ciento treinta familias se instalaron allí y empezaron su nueva vida casi sin nada: sin agua potable ni electricidad. La comunidad funciona con un sistema socialista: todos tienen una casa y un pedazo de tierra. Wilhelm nos explicó que el liderazgo también se comparte: cada miembro de la comunidad debe ser el líder al menos una vez en su vida.
Conocer a Lemonito
«Fuimos con la idea de quedarnos un par de horas, ¡y acabamos pasando el día allí! Todos fueron muy generosos con su tiempo y su disposición a compartir sus conocimientos, y estaban encantados de conocer a personas que habían plantado en el otro lado del mundo», dice Michela. «Se nota lo orgullosos que están de lo que hacen».
Darin con los responsables del proyecto de Nuevo Horizonte
«Estos somos nosotros con nuestro Lemonito. Una cosa es comprar un árbol por Internet, recibir un correo electrónico, leer el Diario del Árbol. Pero ver este plantón, pensar que tú has contribuido a su existencia, viniendo del otro lado del mundo, fue... —Michela aparta la mirada de la pantalla; parece buscar las palabras adecuadas— fue un momento que siempre llevaremos en el corazón».
«Después, nos enseñaron una zona donde se plantaron árboles hace tres años, ¡y es increíble ver que ya están dando frutos! Había tantas limas, olía tan bien y los dos que estábamos allí delante estábamos tan emocionados, como si estuviéramos admirando un cuadro o una puesta de sol», dice Darin.
Una de las limas plantadas hace tres años, dando frutos
Michela es oceanógrafa y una de sus últimas investigaciones se centra en los árboles: quiere saber si los manglares pueden ayudar a proteger las costas de los fenómenos extremos y de la subida del nivel del mar. Cuando le digo que Treedom también planta manglares no muy lejos, en Honduras, exclama: «Vaya, ¡si lo hubiéramos sabido! Podríamos habernos pasado por allí también».
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