La igualdad de género debe consistir en la participación igualitaria de mujeres y hombres en la toma de decisiones, en la capacidad igualitaria de ejercer sus derechos humanos y en la igualdad de oportunidades en el empleo y en todos los demás aspectos de sus sustentos. Sin embargo, no es así en muchas partes del mundo y en muchos sectores de la economía.
Ann Degrande es una socioeconomista afincada en Yaundé, Camerún. Es la Representante Mundial de Agroforestería en África central, donde coordina proyectos destinados a mejorar el sustento de los pequeños agricultores mediante el fomento de la innovación rural desde el año 2000. Le pedimos que compartiera su punto de vista sobre la evolución de los roles de género y el empoderamiento de las mujeres en África occidental y central.
Según mi experiencia en África occidental y central, la igualdad de género en las zonas rurales está relacionada con el acceso a los recursos, el control sobre los ingresos y el uso del tiempo, la inclusión y la participación en la toma de decisiones y la capacidad de liderazgo. No obstante, las dificultades de las mujeres en este sentido se derivan de diferentes factores:
● Las mujeres no gozan del mismo nivel de acceso y control que los hombres sobre los recursos productivos, como la tierra, los insumos, el germoplasma, los créditos y la tecnología, por lo que ven limitada su capacidad de mejorar la productividad agrícola.
● Las mujeres aportan una gran parte de la mano de obra en la producción agrícola, pero a menudo quedan excluidas en la toma de decisiones sobre el uso de sus propios ingresos. En especial, en el caso de los cultivos comerciales como el cacao, el algodón, el anacardo, etc.
● La carga de trabajo de las mujeres (las tareas domésticas diarias y el cuidado de los niños) a menudo les impide participar en las reuniones, la formación y otras actividades de desarrollo de la comunidad.
● Además, en algunas culturas, las mujeres no acostumbran a hablar en público o no se les permite hacerlo, por lo que su opinión apenas se escucha.
No es difícil imaginar lo que ocurriría si la mitad de la población se viera excluida a la hora de participar realmente en el desarrollo. Que las mujeres participen plenamente en la agenda de desarrollo no es solo una consideración ética, sino que también tiene sentido desde el punto de vista económico. Muchos estudios han puesto de manifiesto los beneficios que pueden obtenerse en la producción agrícola cuando las mujeres tienen el mismo acceso a los recursos que los hombres. Por lo tanto, negar a las mujeres el derecho y el poder de contribuir al desarrollo resulta contraproducente y no es sostenible a largo plazo, ya que los retos son cada vez mayores y requieren soluciones integrales.
Uno de los viveros de Treedom en Camerún
No tengo ni idea, pero se pueden hacer esfuerzos rápidos si se toman las medidas adecuadas. Las soluciones son de sobra conocidas, pero es necesario aplicarlas mediante reformas políticas e institucionales, algo que no siempre interesa a los principales responsables de la toma de decisiones. Por ejemplo, muchos han abogado por reformar el régimen de tenencia de tierras en África para garantizar el acceso a la tierra tanto de las mujeres como de los hogares rurales en general. Sin embargo, las «élites» no son tan partidarias, ya que corren el riesgo de perder poder. Sin un sistema que garantice la tenencia de la tierra, los agricultores son reacios a invertir en medidas de conservación del suelo y el agua, tan necesarias para mantener la productividad. La tenencia de la tierra es un mero ejemplo, ya que se necesitan reformas en el sector bancario, en las estrategias de extensión agrícola, en la educación, en la sanidad, etc.
La agroforestería resulta especialmente acertada para favorecer la emancipación de las mujeres por varias razones.
● Las mujeres explotan muchos productos agroforestales que son menos apreciados por sus homólogos masculinos. Por tanto, en esos casos, a las mujeres les cuesta menos retener el control de la comercialización y de los ingresos generados.
● Muchos de los productos agroforestales se recolectan en la naturaleza o en tierras comunitarias, por lo que no constituyen un problema de acceso para las mujeres.
● La agroforestería también consiste en diversificar los cultivos y las fuentes de ingresos, un objetivo especialmente interesante para las mujeres, las principales responsables de que haya comida sobre la mesa.
Mileides, una de las mujeres que participan en los proyectos agroforestales de Treedom en Colombia
Creo que la igualdad solo puede lograrse a través de una serie de pequeños pasos, en colaboración con las diferentes partes interesadas (hombres y mujeres, líderes tradicionales y religiosos, ONG, OSC, etc.) y desde todos los niveles (local y nacional). Debemos trabajar para mejorar el acceso a los recursos productivos y creo que solo podemos lograrlo mediante la capacitación económica de las mujeres. Cuando las mujeres tienen más autonomía económica, pueden empezar a ahorrar dinero y comprar herramientas, insumos, tierras y mejorar su productividad. Pueden crear pequeñas empresas, etc. Con un mayor poder económico, tendrán más confianza para manifestar sus necesidades y prioridades y, en ese momento, pasan a convertirse en «iguales».
L,Liliana, una de las mujeres que participan en los proyectos agroforestales de Treedom en Colombia
A través de los proyectos de Treedom, pretendemos crear un espacio para que las mujeres crezcan. Trabajar por la igualdad supone intentar cerrar la brecha entre mujeres y hombres ofreciéndoles una oportunidad a la que no tendrían acceso de no ser por nuestros proyectos (económicos, sociales, personales).
Lo que hacemos para intentar cerrar esa brecha:
Fuentes